Tres Tizas

27 octubre , 2011

FantásTICas cartas pero ¿cómo las juego?

Filed under: Te cedo la palabra — Etiquetas: , , , , — Marcos Cadenato @ 8:00 am

Comenzamos esta nueva temporada de Te cedo la palabra con una colaboración de lujo. Inés Andrés, compañera de la blogosfera (Lengüetrazos), amiga de encuentros tuiteros y blogueros y verdadera entusiasta de las TIC. Aunque siempre declara ser «recién llegada a la red«, «una profe novata de Lengua» tiene ya una larga expericiencia en aplicar las nuevas tecnologías al aula, de compartir, de estar convencida de que la Educación Moderna no puede repetir los errores clásicos y, sobre todo, de que hay que tratar de innovar, de recrear, de disfrutar educando… Y en esto no hay veteranías que valgan: todos estamos en el mismo camino y todas las aportaciones son pocas… Sé perfectamente que tiempo es lo único de lo que no disponemos cuando empezamos a movernos por estos mundos de la www, pero todos y cada uno de los que estamos decimos lo mismo: «merece la pena…»

¡Gracias, Inés, por tu generosa colaboración y por tu sinceridad!


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Los chicos de Tres Tizas me ceden la palabra en su blog y tras superar la sensación de ¿qué hace un “piojillo” como yo en un blog como este?, comienzo a plantearme qué es lo que puedo contar. Y francamente, lo que más me apetece es compartir con otros docentes las dudas, alegrías y desvelos que estoy viviendo en estos primeros días de curso.

Tras pasar la primera quincena de septiembre sumida en la incertidumbre del dónde y por cuánto tiempo tendré destino, comencé a trabajar en un centro de Burgos, con unas condiciones que ni en sueños habría imaginado. Tengo asignados dos grupos de 2º de ESO y en una de las aulas, dispongo de PDI. La dirección del centro ha apoyado desde el primer momento mis peticiones de forma que dispongo del aula de informática una hora a la semana con cada grupo. Además, cuento con la ayuda de la compañera de compensatoria dentro del aula dos horas a la semana, algo que nunca antes había experimentado y que, tras estas semanas en las que ya hemos conectado, estoy segura de que va a ser muy beneficioso para todos. Por estas y otras razones nunca me había sentido tan a gusto en tan poco tiempo en ningún trabajo. Mis cartas son excelentes, pero la partida no ha hecho más que empezar y lo cierto es que me está costando bastante aplicar las reglas del juego.

Tengo claro que las clases que yo recibí como alumna no tienen sentido en la sociedad en la que hoy vivimos y deseo fervientemente que mis alumnos sean los protagonistas de su aprendizaje. Pero los deseos no son órdenes para la realidad y sé que no estoy abandonando mi papel de protagonista. En ocasiones, el comportamiento de los alumnos me impide despojarme del disfraz de “Rottenmeier” y no encuentro opción de trabajar de forma distinta a la habitual por miedo a que la clase se desmadre por completo. Pero reconozco que otras veces soy yo, de manera inconsciente, la que acaparo el protagonismo, aunque no lo desee y en contra de lo que me gustaría hacer. Siento que estoy tan acostumbrada a recibir clases magistrales que, aunque sí intento siempre darles voz a los alumnos, muchas veces no es la suficiente.

A esto hay se añade la dependencia absoluta que algunos alumnos tienen al libro de texto. En mi corta andadura en la docencia únicamente los he utilizado como apoyo cuando consideraba que sus contenidos podían resultar interesantes en el aula, pero para mis alumnos son un pilar esencial y cada día preguntan cuándo vamos a empezar con el libro, en qué tema está esto o en qué página pone lo que estás diciendo, profe. Se sienten perdidos con mi forma de trabajar y aunque intento guiarles y que no se despisten, creo que algunos preferirían retomar el clásico “página 5, ejercicios 2, 3 y 4”.

Si conseguir un mayor protagonismo de los alumnos y una menor dependencia hacia el libro de texto me está resultando difícil, comenzar la andadura en el uso de las TIC me parece una labor titánica. Ya he dicho que por parte del centro todo están siendo facilidades, pero aún así, hay que pelearlo mucho. No sé cuántas charlas para lograr cuadrar las horas en el aula de informática, cartas explicando a los padres lo que es un blog o el porqué de la cuenta de correo, investigar cómo narices funciona esa PDI que nunca antes habías visto (gracias, Julita), pelearte con la conexión, aguantar determinadas miradas de algunos compañeros… Detalles que quedan en nada cuando una está convencida pero que, indudablemente, conllevan un trabajo extra y mentalmente agotador.
Me ha sorprendido descubrir que mis alumnos, etiquetados por algunos como “nativos digitales”, simplemente son usuarios compulsivos de Tuenti y Youtube. Desconocían la finalidad de una cuenta de correo electrónico, no sabían cómo usarla y por supuesto, casi ninguno había visto antes un blog. Proporcionarles una formación inicial en estos aspectos ha requerido invertir un tiempo que unos pocos han interpretado como “perder horas de clase yendo a pasar el rato a los ordenadores”, con lo que en ciertos momentos, mantener un comportamiento adecuado para trabajar ha sido una tarea muy difícil.

A estas inquietudes se añaden en mi caso dos aspectos que, desde que llegué al mundo 2.0 me preocupan bastante. Por un lado, el caudal de información que ofrece la red. Sitios, materiales y recursos excepcionales que primero, aún no sé cómo organizar y segundo, me hacen sentir en deuda con mucha gente y por tanto, incómoda, pues no sé cuándo ni cómo podré compensar de alguna forma todo lo que la red me ha regalado. A día de hoy, me siento totalmente incapaz de elaborar materiales que estén a la altura de lo que he encontrado.

La otra cuestión la comentábamos hace poco algunos en Twitter: la necesidad de conciliar nuestro trabajo con nuestra vida personal. Mi jornada parcial se ha convertido en jornada total, que no completa, y aunque la familia lo entienda, es necesario encontrar la medida que conjugue ambas facetas porque de lo contrario, tu vida y la de los tuyos se complica mucho.

Pero tal vez estos sean temas para tratar en otro post. Aquí creo que ya me he extendido demasiado, así que resumiendo: aunar mi corta trayectoria en la docencia y las TIC con la ruptura de unos hábitos demasiado instalados en mis alumnos, está siendo una tarea complicada en la que aparecen momentos de frustración, dudas, inseguridad y por qué no decirlo, miedo a no estar a la altura. Pero por otro lado, dentro de su poca predisposición al trabajo, veo a mis alumnos ilusionados y contentos por trabajar de otra manera, deseosos de lo que ellos llaman “unas clases más divertidas” y no pienso tirar la toalla. Aunque no esté segura de cómo jugar, aunque a ratos me sienta en la cuerda floja y no tenga claro si estoy jugando bien estas cartas tan buenas que me han tocado, voy a dejarme la piel en la partida, con la esperanza de que sepamos disfrutar del juego y a final de curso, tanto mis alumnos como yo, resultemos ganadores.

Inés Andrés (@lajaines)

9 febrero , 2009

El valor del acero. Pragmática metodológica (y II)

Filed under: La digestión de la boa, PRL — Etiquetas: , , , — Marcos Cadenato @ 8:00 am

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Hace unos días desde esta misma Tribuna hacíamos una pequeña reflexión sobre un hecho que nos parece muy importante: muchos de los profesores que impartimos los Programas de Refuerzo Lingüístico (PRL) o cursos de E/LE nos encontramos con un tipo de alumnado que muchas veces presenta dificultades lingüísticas casi insalvables para realizar ejercicios o actividades, sencillitas que recogen los manuales de Español para extranjeros. Insistía en mi análisis en la existencia de un currículo oculto y en la necesidad de que el docente prepare materiales previos, complementarios o  sustitutivos de los que las editoriales nos ofrecen.

Intentaba demostrarlo a través de una práctica real y hoy desarrollo minuciosamente dos actividades más pero en documentos anexos para no cansar al lector. En el primero se les propone a los alumnos relacionar unos nombres propios con una serie de lugares geográficos; en el segundo, se trata de relacionar una serie de complementos circunstanciales de lugar –término que ni he empleado ni lo han oído en clase– con una serie de objetos. Recomiendo su lectura a todos aquellos que estén interesados en comprobar las diferencias existentes entre los niveles y competencias que recoge el Marco Común Europeo y algunos de los alumnos reales, de carne y hueso, que tenemos en el aula.

Basta con echar un vistazo a la unidad nº 1 de la mayoría de los manuales que estamos utilizando actualmente en el aula para darnos cuenta de esta desproporción a la que hacemos referencia. Presentamos a continuación una lista con algunos de los manuales que los profesores de E/LE empleamos en nuestras clases,  advirtiendo de que ni es completa ni es cerrada y que agradeceríamos que fuera aumentando con vuestras aportaciones o experiencias personales.

Como digo, el problema reside en el abismo que existe entre la letra oficial (Teoría) y la realidad que muchos alumnos extranjeros presentan: un desconocimiento total del idioma que le imposibilita para realizar las propuestas de los manuales de Lengua para extranjeros (Práctica). Si observamos detenidamente los niveles y competencias que recoge el Marco Común Europeo de las Lenguas para un usuario básico, comprenderemos mejor lo que queremos decir:

 «Es capaz de comprender y utilizar expresiones cotidianas de uso muy frecuente, así como frases sencillas destinadas a satisfacer necesidades de tipo inmediato. Puede presentarse a sí mismo y a otros, pedir y dar información personal básica sobre su domicilio, sus pertenencias y las personas que conoce. Puede relacionarse de forma elemental siempre que su interlocutor hable despacio y con claridad y esté dispuesto a cooperar(A1)

 «Es capaz de comprender frases y expresiones de uso frecuente relacionadas con áreas de experiencia que le son especialmente relevantes (información básica sobre sí mismo y su familia, compras, lugares de interés, ocupaciones, etc.) Sabe comunicarse a la hora de llevar a cabo tareas simples y cotidianas que no requieran más que intercambios sencillos y directos de información sobre cuestiones que le son conocidas o habituales. Sabe describir en términos sencillos aspectos de su pasado y de su entorno así como cuestiones relacionadas con sus necesidades inmediatas.» (A2)

 Aquí está el verdadero problema: muchos de nuestros alumnos no son capaces de expresar estas competencias, pero no por desconocimiento cultural (geográfico, histórico, ideológico, político, cinematográfico, literario, musical…), no. En el post anterior insistíamos en que este tipo de alumnado presenta diferentes formaciones académicas, distintas costumbres, distintos referentes ideológicos, pero no deberían constituir ningún obstáculo para realizar pequeños ejercicios idiomáticos, si éstos se adecuaran a su verdadero nivel lingüístico. Quiero decir que muchos de mis alumnos presentan una suerte de pre-A1 o pre-A2, según sea su origen geográfico, al margen de sus conocimientos culturales. No presentan las mismas habilidades y destrezas los alumnos marroquíes, rumanos o brasileños que los alumnos chinos o coreanos. Éstos tienen mayores dificultades que aquéllos; y su aprendizaje es más lento y con mayores obstáculos. Pero deberían existir materiales y propuestas didácticas tanto para unos como para otros.

Por lo tanto, de lo que se trata es de adecuar en los primeros niveles de adquisición de la lengua los conocimientos de un determinado tipo de alumno con los materiales, actividades y propuestas metodológicas que presentan las editoriales. La distribución de niveles y competencias no será completa hasta que dispongamos también de ese material pedagógico para estos niveles iniciales. Ése es el verdadero valor del AO (acero).

Marcos Cadenato

26 enero , 2009

Teoría y práctica de un manual de E/LE. Pragmática metodológica (I)

Filed under: PRL — Etiquetas: , , — Marcos Cadenato @ 8:00 am

Cuando yo era más joven y viajaba en sucios trenes que iban hacia el sur, recuerdo que la asignatura de Lengua Española y Literatura –rebautizada en la época democrática como Lengua Castellana y Literatura- en mi instituto y con mis profesores se seguía a través de unos manuales de los desaparecidos y añorados profesores don Fernando Lázaro Carreter y don Vicente Tusón, titulados: Teoría y Práctica de la Lengua I, II y III, de la editorial Anaya, correspondientes a los respectivos cursos de 6º, 7º y 8º de la Enseñanza General Básica (EGB). Aún los conservo en el trastero como oro en paño y no tengo ninguna gana de desprenderme de ellos.

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Los años me han hecho recordar aquel extraordinario manual porque ahora que soy profesor de Refuerzo Lingüístico, o sea, profesor de L2, me encuentro con problemas que evocan aquel feliz título, pero desde un punto de visto absolutamente pragmático. Me explico. Cualquier manual de los que los profesores de una segunda lengua utilizamos en nuestras clases nos proporcionan actividades, ejercicios, sugerencias para poder abordar las cuatro competencias básicas que pretendemos desarrollar en estas clases: expresión oral, expresión escrita, comprensión auditiva y comprensión escrita. Sin embargo, -y esa es la observación principal que quería compartir con vosotros- los ejercicios no son fácilmente realizables, así, sin más. Cualquiera de los ejercicios que proponen las editoriales presuponen un trasunto cultural, un currículo oculto, un bagaje lingüístico previo, de los que carece la mayoría de mis alumnos inmigrantes o recién llegados.

Quisiera desde estas páginas virtuales demostrarlo con dos ejemplos reales tomados de uno de los manuales que actualmente se facilitan en la red y que ha recibido muy buenas críticas por parte de estudiosos de la metodología de la enseñanza de una segunda lengua para alumnos extranjeros. En concreto, voy a utilizar el manual que la Obra Social de la Caja Madrid ha publicado y ofrecido desde su página web como texto para la enseñanza del español. Insisto: ¿Cómo se dice? Manual de español para inmigrantes Nivel A1 es un manual que pasa por bueno o muy bueno, a mí se me presenta como inaprensible por mis alumnos. Hablamos, claro está, de un nivel inicial A1 y hablamos, claro está, de alumnos chinos, árabes, rumanos, brasileños o lituanos.  

Respetando, naturalmente, el ritmo personal de aprendizaje y respetando –lógicamente- la autoría y la estructura y organización del Manual, me encuentro con obstáculos a cada paso que doy, porque en los niveles inferiores cualquier pregunta, actividad o sugerencia de trabajo se complica en la práctica real y requiere explicaciones titánicas para poder realizarlas. Por ejemplo: no he sido capaz de obtener el nombre del pueblo del que proceden dos hermanos y alumnos míos procedentes de China para pocaja-madridder rellenar el siguiente epígrafe del manual en el tema 1: Explica a tu compañero dónde está el pueblo o la ciudad donde naciste. Por supuesto, antes de escribir el ignoto nombre de la localidad china, procedí meticulosamente para que no me fallara el ejercicio: mapamundi en mano y tras señalar dónde estaba Europa, España, Vizcaya y Bilbao, viajamos a la extensa China con la misma intención. Primer fracaso. Hombre de recursos como soy y, encendidos previamente los ordenadores, fuimos a las herramientas del idioma del maravilloso Google y le pedimos tres traducciones, simplemente: cómo se escribe en chino: ciudad, pueblo y nacer. Mencioné de nuevo la capital vizcaína y me señalaba con los pulgares en verbo casi autorreflexivo y casi haciéndome daño en el pecho. Segundo fracaso. Sin dar pábulo al desaliento, volví a coger el mundo con mis manos orientándolo hacia China y tratando que de aquellas bocas silenciosas saliera el –para mí más que extraño- nombre de una localidad china donde nacieron estos hermanos y cuando ella, -un año mayor- parecía que iba a señalar con su dedo un lugar y a pronunciar ese -ya para mí- mágico lugar, se hizo de nuevo el silencio. Último fracaso.   actividad-101

Del trance –debo reconocerlo- salí más o menos airoso, pero tuve que explicar también, previa consulta en el traductor, los términos continente, país y provincia, para acabar escribiendo en la pizarra: Yo nací en China (Asia). Esto es lo que aparece también en sus cuadernos. Sé –porque en diferentes Congresos, Jornadas y Conferencias- he oído a otros colegas que el alumno chino es especialmente difícil porque su ritmo de aprendizaje es diferente, porque su carácter es también muy distinto y porque su escasa socialización le impide, seguramente, avanzar con más rapidez. Lo sé: me lo repito una y mil veces, pero la realidad es tozuda y se impone día a día.  

 

Por no abusar de vuestra paciencia quería mencionar y mostrar también ahora otra actividad anterior a ésta del mismo Manual y en el mismo tema 1 y que tuve, obligatoriamente, que acompañar con materiales complementarios específicos y recursos de la red para poder realizarla, pero mi tiempo y mi espacio han concluido. Lo dejaremos para el siguiente post y lo acompañaremos de esos materiales absolutamente necesarios para su realización y que -por fuerza- tiene que preparar previamente el profesor. Lo dicho: Teoría y Práctica…

Marcos Cadenato

 

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