Hoy tenemos el placer de presentar a nuestra compañera Leonor Quintana, profesora de español como lengua extranjera en Atenas y muy activa blogfesora a través de su El Suplemento Ocasional y Comunidad Todoele. En esta ocasión comparte con todos nosotros sus reflexiones sobre la práctica de una clase de ELE. Muchas gracias por tu trabajo y por tu colaboración en Tres Tizas: ευχαριστώ!
Este vídeo de Euskal Telebista es muy divertido, sobre todo para los estudiantes y profesores de una L2. Pero imaginemos que se trata de una clase real… ¿Qué observaciones se podrían hacer?
1. Uso de la L1 o de la L2 como lengua vehicular. Por motivos obvios, en el vídeo la andereño usa y abusa de la L1 en la clase. Sin duda, su uso dependerá de muchos factores, como los objetivos y el tiempo disponible para cubrir el programa, y pueda que sea incluso deseable en cirtos casos, pero creo que ha de limitarse al mínimo necesario. Por cierto, hay una discusión sobre este tema en la Comunidad Todoele, que os invito a visitar.
2. Importancia de los factores afectivos en el aprendizaje. Alfredo y Edorta representan dos casos extremos en cuanto a su motivación personal para aprender. Pienso que parte de la labor del profesor es incentivar a los alumnos, pero también conseguir un equilibrio en clase sin que nadie monopolice nuestra atención, con el uso de técnicas que favorezcan la participación de todos como el trabajo en equipo. También ha de respetarse la edad, el carácter y las ideas preconcebidas que el estudiante pueda tener sobre la enseñanza de modo que nadie se sienta incómodo y fuera de lugar, como Alfredo. Hay que ofrecer oportunidades a todos y no aferrarse a cualesquiera teorías pedagógicas superinnovadoras con celo de neófito.
3. Tratamiento del error. En la enseñanza de idioma es de vital importancia hacer comprender al alumno que los errores son sumamente productivos y que el que no arriesga, poco aprende. Aun así, habrá que ver qué errores corregimos y, sobre todo, cómo. Aunque pudiera parecer lo contrario, mi experiencia me indica que los adultos son más sensibles en esta cuestión. Personalmente me preocupa encontar el modo de señalar los errores sin abrumar al estudiante, pero sin dejar tampoco que estos se fosilicen por no haberles prestado la atención necesaria en las etapas iniciales del aprendizaje.
4. Adecuación de las tareas encomendadas. Sin duda, el buen profesor espera mucho de sus alumnos, pero también se preocupa de ofrecer los conocimientos y modelos necesarios para llevar a cabo cualquier tarea antes de encomendársela. ¿Qué sentido tiene, en cualquier asignatura y en cualquier nivel, proponer trabajos que no están en situación de realizar? Pero, cuidado, tampoco hay que caer en el defecto contrario y subestimar su capacidad intelectual…
!Uf! Pues eso, que enseñar es una tarea extremadamente compleja y me encantará conocer vuestras experiencias y vuestros puntos de vista. Yo me limito a contaros las reflexiones que me hacía al ver el vídeo…