Nublonia, 1992
Como cada miércoles, Fran llevó a sus alumnos al aula de informática para trabajar la materia que impartía ese curso: Psicología. El ordenador se había convertido en un aliado y había comprobado que los alumnos lo disfrutaban con una asignatura tan ardua como aquella. Fran no sabía el motivo -en el fondo sí que lo sabía- por el que sus alumnos no aborrecían aquella materia que a él apenas le gustaba, pero de lo que no tenía ninguna duda era de la metodología que empleaba.
Desde que empezó a enredar con aquel primer ordenador, con aquella plantilla del WordPerfect -aún la conserva- no podía imaginar que ese trasto acabaría convirtiéndose en un elemento indispensable en su trabajo. Pasó de los discos de cincouncuarto, a los de tresymedio y a los pen-drives en santiamén. Y llegó Internet. Cuando algunos de sus compañeros empezaban a pelearse con las negritas, las cursivas y las sangrías, él ya visitaba las primeras páginas web, recibía los primeros correos y empezaba a vislumbrar que todo un nuevo mundo se abría en aquella mágica ventana. Era como la rueda. Como la imprenta…
En muy poquito tiempo manejaba palabras como web 2.0, bitácora, blog, wiki, ning… y, a un ritmo trepidante -vertiginoso casi-, recibía cursos de formación, trataba de actualizar sus conocimientos y se relacionaba con otros profesionales que pensaban y actuaban como él. Sus clases no eran como al comienzo de su carrera. Su metodología había cambiado. Él había cambiado. El mundo había cambiado. En su fuero interno, pensaba que aquello no tenía vuelta atrás, pero…
Nublonia, 2009
Como cada miércoles, miró en su casillero y encontró muchos papeles y una carta. Era una carta de despido. La abrió y sus ojos se posaron inmediatamente en aquel párrafo:
«En el uso del blog, del BLOG, del BLOG, del BLOG, BLOG, BLOG, BLOG…»
Fin de la ficción. El último párrafo pertenece a la cruda realidad. (more…)