Tres Tizas

16 enero , 2012

Original y copia

   Crédito de la imagen

No ha habido mala intención. De hecho no ha habido intención de ningún tipo. Pero, amigos, las cosas son así: uno vuelve la vista atrás y ve, entiende, acepta. Buena parte de lo que he escrito se lo debo -ya sé que es de cajón pero no me consuela en absoluto- a lo que he leído. Ved, sino, lo que ocurre con este relato. Es una imitación del genial texto de Borges. Ahora caigo en sus semejanzas; los dos se sirven de idénticos paralelismos; los dos juegan, se escriben, se construyen, con arena…

Es un Trolex, un Adibas, un Neike. Y lo peor es que no es el único: ya os iré -nunca mejor dicho- contando.

(Sé que sabréis perdonar el acné juvenil que estropea más de uno de los siguientes renglones).

Pleamar

 “Dios aprieta, pero no ahoga”

José María Sbarbi. Proverbios y refranes

 

 

El año del Señor de 1643, Nuño Balboa –Sable- fue hallado culpable de los cargos de corsario y alta traición a la Corona de Castilla. El tribunal que lo juzgó aquel doce de Agosto en la ciudad de Cunamá falló que, en el plazo de diecisiete días, el reo habría de pagar tantos desmanes con la vida.

Hombre acostumbrado a la inmediatez de la muerte y a los vaivenes de un barco, aquellas dos semanas largas se le hicieron eternas, y no tardó en comprender que el verdadero castigo no sería la ejecución sino aquella espera estéril.

Durante cuatro días llovió. Al quinto, con el pesado viento del sudoeste, llegó un pausado carpintero que fue levantando el patíbulo a escasos metros de donde él se encontraba, presos al cepo manos, pies y cabeza. Trabajaba con un mimo y una calma desquiciantes, como si le hubieran pedido una delicada caja de música. El caso es que, mientras el ebanista medía y remedía, serraba, clavaba y pulía, nuestro Balboa se derrumbaba.

El verdugo apareció una semana más tarde. Resultó ser un tipo afable, y no dudó en darle conversación mientras llenaba distraídamente un saco de arena. Lo vio probar luego con aquel bulto cientos de veces la trampilla y, antes de despedirse hasta el día señalado, engrasar ceremoniosamente sus cuadernas.

El capellán no acudió hasta la noche antes, y le costó confesar a aquel pecador, pues sus hipidos y lamentos volvieron ininteligible su interminable relación de culpas.

Así, la mañana que subió a la horca no era ya el hombre que meses atrás se había cortado la nariz para cubrir un desplante de los naipes. Baste decir que hubo que sujetarlo para que no se desplomara y que no llegó a escuchar la carcajada con la que el Adelantado de Nueva Granada interrumpía la ejecución.

Don Pero Yáñez tenía otros planes para el convicto y supo conformarse con verlo con la soga al cuello: este tipo –pensó- podrá, con una patente de corso, hacer mucho daño a los heréticos ingleses.

Lo cierto es que durante un par de años volvió a navegar bajo la tácita protección castellana: pocos navíos británicos acertaban a fondear en Tobago o en Willemstad sin haber pagado el tributo del abordaje. El bucanero acabó moviéndose por las Antillas –de Curaçao a Trinidad- con una impunidad insultante.

Supo fingir siempre una sumisión encomiable. Por eso nadie lo esperaba esa noche de 1645. Seguros de su lealtad, habían subestimado su fuerza y el pirata arrasó Cunamá, violó, decapitó, quemó…

Con Don Pero no quiso ensañarse y se limitó a ser ecuánime, enterrándolo hasta el cuello en la inmensa Playa de los Cormoranes. Era una época de mareas vivas y la bajamar se había llevado lejos el Caribe. Sólo llegaba de él un sordo rumor, muy difuso, que acababan tragándose las gaviotas, cada minuto más próximas y menos temerosas. El océano tardaría horas en reclamar aquella arena y su avance –le parecía distinguir ya la línea esmeralda, la escandalosa espuma- era tan imperceptible como inexorable.

El agua sólo comenzó a retirarse a un par de metros de su barba. Lástima que su corazón no resistiera hasta ese instante.

 

Aster Navas

Original: Los dos reyes y los dos laberintos.

Menos mal que esto ocurre en las mejores familias. Fijaos en las diferentes versiones que genera El criado del rico mercader. Resulta también reconfortante el Método para plagiar que describe Bernardo Atxaga en Obabakoak. Una grieta en la nieve helada es, según el propio autor, un calco de El tormento de la esperanza, de Williers de L´Isle Adam.

WEBGRAFÍA

– An interesting little story
– The lunch date, Adam Davidson.

14 comentarios »

  1. En otras ocasiones, amigo mío, ya hemos hablado sobre la imitatio en Literatura. No es lo mismo, claro está, en la sociedad de consumo: Adibas, Trolex, Opega o Lacosta son imitaciones de las marcas originales porque, judicialmente, sale más rentable imitar que plagiar o clonar exactamente un producto, según tengo entendido.
    De todos modos, desde que el mundo es mundo ha habido imitatio -intertextualidad, se denomina ahora- y me viene a la memoria lo que le sucedió una noche a Alfred Hitchcock cuando vagaba sonámbulo por su habitación. En un momento determinado le vino una original idea a la mente. Cogíó papel y boli y anotó el argumento más increíble que jamás hubiera creado para una nueva película. Con una inusitada felicidad, se acostó y durmió plácidamente. La mañana siguiente leyó aquel papelito que reposaba junto a su cama: «chico conoce chica», decía escuetamente. Ni más ni menos, ni menos ni más…
    Nihil novum sub sole! Precioso relato el tuyo y el del trasunto de Jorge del Burgo…

    Comentarios por Marcos Cadenato — 16 enero , 2012 @ 1:03 pm

    • Sí que es bueno, sí, «La tortura de la esperanza». Todo, compañero, está escrito. Añado en el apéndice de post un enlace con ese curioso sueño de Hitchcock.

      Comentarios por Aster Navas — 17 enero , 2012 @ 4:53 pm

  2. Seguro que no ha habido mala intención. De hecho, seguro que no ha habido intención de ningún tipo. Pero, amigo Aster, las cosas son así: uno vuelve la vista atrás y ve, entiende, acepta. Buena parte de lo que has escrito se lo debes -ya sé que es de cajón pero no te consolará en absoluto- a lo que has leído. No hay más que leer el relato de tu post. Es una imitación del genial texto de Borges. Los dos se sirven de idénticos paralelismos; los dos juegan, se escriben, se construyen, con arena.

    No dejes, por favor, de construir castillos de arena: disfruto con los de Borges y con los tuyos.

    Comentarios por Carlos Diez — 16 enero , 2012 @ 7:25 pm

    • Gracias, Carlos: sé que eres un lector exigente.
      Las musas me tienen un poquito dejado de la mano pero…

      Comentarios por Aster Navas — 17 enero , 2012 @ 4:55 pm

  3. Yo creo que es espléndido. A veces uno escribe cosas que parece que otro ha tocado…Y no es así. Cada uno tiene su estilo, su aproximación a la realidad o la irrealidad. Tú, Aster, eres un magnífico escritor y con ideas y desarrollos propios. Lo has demostrado ampliamente en tu obra, en tu escritura. Uno de los mejores autores de narrativa breve que conozco. Así que no le des vueltas al tema de las marcas. Ni a Borges, ni a Cortazar, ni a tantos que nos precedieron. De ellos es lo de ellos y tuyo es lo tuyo. Y, además, esplèndido. Por otra parte, sinceramente, no veo que el cuento del que comentas y el tuyo tengan mucho que ver. Solo el abandono y la vida está llena de abandonos 🙂 Enhorabuena, y un saludo.

    Comentarios por Emilio Porta — 16 enero , 2012 @ 7:27 pm

    • Un placer, Emilio, encontrarte aquí.
      Tu comentario, como siempre, es una inyección de autoestima.

      Comentarios por Aster Navas — 17 enero , 2012 @ 4:57 pm

  4. Plagios o intertextos, la literatura sería poca cosa si nos dedicamos a comparar versiones de unos y otros. Por si fuese poco, la ficción se mezcla también con la realidad (e incluso me atrevería a decir que la segunda copia a veces a la primera) en un entramado en el que es difícil dilucidar quién es el original y quién la copia. En El País del domingo hablaban de un artículo Rosa Montero: http://www.elpais.com/articulo/opinion/negro/mil/avatares/elpepuopi/20120115elpepiopi_5/Tes
    Resumiendo un poco, se trata de una historia de esas que van circulando por ahí y que todo el mundo cuenta como real, hasta el punto de no saberse bien si ocurrió o no alguna vez. Se menciona que el propio Ian McEwan fue víctima del engaño, pero lo curioso es que él mismo ha convertido todo ese embrollo en una anédocta literaria en su última novela, Solar. En fin, Aster, que nadie nos podrá asegurar que Nuño Balboa sobrevivió a su ejecución; tal vez, en esos segundos mientras caía del cadalso, soñó la dulce venganza de la pleamar.
    Saludos.

    Comentarios por Toni Solano — 16 enero , 2012 @ 10:29 pm

    • Seguro, Toni, que conoces Ficticia, una web donde se han inventado una palabra y una técnica literaria, tallerear. Escogen un texto de alguno de sus colaboradores, lo versionan, lo pulen…
      Un abrazo.
      Enriquecemos la entrada con el artículo que nos sugieres. Conocía esa historia pero con galletas y en un aeropuerto.

      Comentarios por Aster Navas — 17 enero , 2012 @ 5:01 pm

  5. La consideración de plagio es cultural e histórica. Lo demuestra el hecho de que el plagio gozó de prestigio en la antigüedad clásica. El «centón» fue un género. http://es.wikipedia.org/wiki/Cent%C3%B3n
    El respeto a la autoría y el tomar como referente a modelos (auctoritas) ha pasado por distintas fases a lo largo de la historia. Hoy no goza de prestigio, quizá de ahí venga tu actitud de disculpa. Pero…, Aster, te aseguro que imitar o beber de las fuentes de otros requiere también un entrenamiento y que salir airoso del ejercicio no es tan sencillo. Tú lo has conseguido.

    Comentarios por Lu — 17 enero , 2012 @ 12:05 am

    • Gracias, Lu. No conocía lo de el «centón»; lo añadimos a la webgrafía del post.

      Comentarios por Aster Navas — 17 enero , 2012 @ 5:03 pm

  6. ¿Quién que haya leído a Borges no lo ha imitado? Como una obsesión, su estilo sencillo y cercano contando imposibles historias ficticias o realistas se apodera de ti. Bonito el cuento, Aster. Eres el rey de los matices.

    Comentarios por PATXO — 17 enero , 2012 @ 11:24 am

  7. Gracias, Patxo. Sí que con Borges se crea esa relación. Más aún, él insiste en que lo que nos cuenta ya ha sido contado. Incluso es capaz de inventarse la obra, el volumen, el autor…
    Un abrazo.

    Comentarios por Aster Navas — 17 enero , 2012 @ 5:04 pm

  8. Bueno,de que Borges ha sido un fenomeno de la literatura no cabe duda ,no veo cual es lo malo si uno trata de imitarlo. Me gusto mucho el cuento. Felicitaciones por el post

    Comentarios por cessione del quinto — 17 enero , 2012 @ 11:24 pm

    • Me sorprende la web a la que nos remite tu comentario: la Red es una caja de sorpresas. Celebro que te gustara el relato.
      Un saludo.

      Comentarios por Aster Navas — 18 enero , 2012 @ 9:47 am


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