I
La mujer se acercó un poco más y leyó el mensaje -Es triste pedir pero mas triste es rovar– que el mendigo mostraba a sus pies en un cartón. Se inclinó entonces, se llevó compadecida la mano al bolso y enmendó la grave falta ortográfica con un rotulador de trazo grueso.
¿Eso es… todo? –preguntó, desconcertado, el mendigo.
Les das la mano y te cogen el brazo… –farfulló ella y añadió al cartel la tilde que faltaba.
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II
Pareja en el lecho, acodados uno frente a otro.
Hubieran o hubiesen amado –concluye con voz húmeda, trémula, él.
Guau –se le escapa, con el último auxiliar, a ella.
Hazme ahora el pretérito… No, el condicional. Sí, hazme el condicional –reclama, intuyendo ya el cielo, contando los pasos hasta el delicioso acantilado que presiente en las caderas.
¿El simple? –pregunta, casi ruega, él.