Hoy en La digestión de la boa quiero recomendar muy vivamente la lectura de un artículo de la escritora Almudena Grandes, un libro de la periodista Maria Antonia Iglesias y una película que aún está en las salas comerciales. Las tres abordan desde distintas ópticas un período muy concreto de la historia de España: la realidad social y educativa anterior y posterior a la Guerra Civil Española (1936-1939).
La escritora Almudena Grandes –la más Grandes, en palabras de mi admirado Joaquín Sabina- ha publicado hace unos meses un artículo de opinión en El país semanal. Su título In memoriam, y de su contenido recojo estas líneas:
“Ellos no eran tallas de madera, sino hombres de carne y hueso. Por eso murieron, y nunca se ha sabido cuándo, dónde, a manos de quién ni a qué cuneta fueron a parar sus cadáveres. José Tirado Franco, José Garrido Moreno, maestros.”
Hemos visto homenajes muchas veces a esos maestros de la República, en libros, en películas, en documentales, en blogs amigos, pero todo parece insuficiente para agradecer y reconocer el trabajo de aquellos hombres y mujeres que creían firmemente lo que se oye en una reciente cinta estrenada hace muy poco tiempo: ““un pueblo que no sabe leer ni escribir es un pueblo fácil de engañar”. Dedicaron su trabajo a impedirlo, a mejorar la situación de una población hambrienta de pan y letras, y muchos de ellos dedicaron también su vida, como los maestros que cita Almudena Grandes.
Asimismo recomendamos el libro de la periodista María Antonia Iglesias: Maestros de la República, subtitulado Los otros santos, los otros mártires, editorial La esfera de los libros, Madrid, 2006. En esta obra, junto a otros nombres, escribe uno de los prólogos la autora de Atlas de geografía humana y también el ex ministro socialista de Educación, José María Maravall, en cuyas palabras podemos leer:
“Este es un libro sobrecogedor. Cada uno de sus capítulos conmociona al lector: narran experiencias de dolor muy profundo, de dignidad ejemplar. Se trata de testimonios de crueles sucesos que tuvieron lugar setenta años atrás, pero que permanecen vivos: familiares de maestros republicanos, sus hijos o sus nietos, rememoran las ejecuciones de sus padres o abuelos por el franquismo. Es difícil imaginar un contraste mayor que el que existió entre estas víctimas y sus verdugos. Por un lado, la dignidad y la humildad personales; un altruismo expresado en el compromiso de proporcionar a los niños y las niñas un futuro mejor a través de la escuela. Por otro, el rencor, la crueldad, la obsesión por exterminar”.
Testimonios descarnados de quienes protagonizaron páginas imborrables de la historia de España y que, nuevamente, están en boca de todos nuestros políticos, periodistas y jueces con legislaciones como La ley de Memoria Histórica, iniciativas como la del juez Garzón, determinados comentarios como los del ex ministro de Franco don Manuel Fraga y debates apasionados en algunos medios de comunicación que tratan de mantener fresca la memoria de la Guerra Civil o, por el contario, de enterrarla para siempre.
La película Los girasoles ciegos del director José Luis Cuerda, basada en la obra homónima del escritor Alberto Méndez, que aborda también en cuatro historias -cuatro derrotas, dice el autor- uno de los períodos más duros de la posguerra. De la novela ya habló hace unos meses Antonio Solano en su (Re)paso de Lengua, hoy y aquí recomendamos su lectura y la visión de la nueva película del director de El bosque animado (1987), Amanece que no es poco (1988) o La lengua de las mariposas (1999), títulos todos ellos muy queridos por el profesor de Lengua y Literatura, como sin duda lo será el título del malogrado Alberto Méndez. Si podéis, disfrutad de su lectura y/o de su adaptación cinematográfica.
Vaya hoy también desde aquí nuestro más sincero homenaje y nuestro recuerdo a aquellos maestros de la República y a profesores de Literatura como Ricardo de Los girasoles ciegos que, de seguir en el aula hoy en día, -no tengo ninguna duda- usarían las TIC, los blogs y cuantas herramientas hicieran posible una educación más humana, una educación más libre… Seguro.
Marcos Cadenato